El Castillo de Trasmoz era el lugar preferido por las brujas para celebrar sus aquelarres, se reunían para volar con sus escobas y practicar ritos perversos. Las brujas acudían los sábados en este lugar tras el toque de las ánimas de la campana de la iglesia, llegaban desde distantes lugares para participar en sus conciliábulos.
Trasmoz era, en un principio, pueblo de acogida, solo más tarde lo fue de residencia. Hoy nos centraremos en el relato de La Tía Casca, mujer que vivió en Trasmoz durante el S.XIX y cuya leyenda popular continúa estremeciendo y sobresaltando a todo aquel visitante que se acerque hasta estas tierras del Moncayo.
Sus poderes procedían de un misterioso unto cuyos ingredientes se le había transmitido por herencia de sus antecesoras. Entre los poderes de la bruja destacamos que era capaz de volar, hablaba latín, lenguas desconocidas, podía empozoñar la hierba, envenenar las aguas del rio para matar a las reses que bebieran e impedir que los mulos tuviesen apetito.
La tía Casca disfrutaba echando el mal de ojo a los niños y se divertía sacándolos de la cuna para azotarlos
Por todos era sabido que las oraciones siempre las rezaba al revés.
Gustavo Adolfo Bécquer nos la describe;
«Con sus greñas blancuznas, su formas extravagantes, su cuerpo encorvado y sus brazos disformes, que se destacaban angulosos y oscuros sobre el fondo de fuego del horizonte»
La tía Casca fue acusada de ser la ejecutora de males de ojo y todos lo hechizos imaginables por los vecinos del lugar.
Estos fueron quienes la persiguieron y tras un linchamiento popular acabó despeñada por un precipicio
Tras morir la tía Casca su alma comenzó a vagar por el entorno, quizá con sed de venganza. Ni el mismísimo diablo quiso llevársela al InfiernoBécquer pone en boca de los lugareños con los que conversó que el espíritu en pena de la bruja se ocupaba;
….en acosar y perseguir a los infelices pastores que se arriesgan por esa parte de monte, ya haciendo ruido entre las matas, como si fuese un lobo, ya dando lastimeros como de criatura, o acurrucándose en las quiebras de las rocas que están en el fondo del precipicio, desde donde llama con su mano amarilla y seca a los que van por el borde, les clava la mirada de sus ojos de búho y cuando el vértigo comienza a desvanecer su cabeza da un gran salto, se les agarra a los pies y pugna hasta despeñarlos en la sima»
La Tía Casca murió, pero la tradición brujeril la mantuvo viva la familia
Una muchacha ya se lo advirtió a Gustavo Adolfo Becquer;
¡Toma, toma! Mataron a una; pero como que son una familia entera y verdadera, que desde hace un siglo o dos vienen heredando el unto de unas en otras, se acabó con una tía Casca, pero que su hermana, y cuando se acaben con ésta, que acabarán también, le sucederá su hija, que aún es moza, y ya dicen que tiene sus puntos de hechicera»
Según la opinión del turiasonense Javier Bona sobre la verdadera tía Casca recogida en la publicación «Las almenas de Trasmoz recuperan sus brujas, en Heraldo de Aragón:
Joaquina Bona, con 46 años, no debería parecer, como describe Bécquer, una vieja decrépita. Parece cierto, pues, sufrió una muerte violenta en un arranque de ira popular, acusada por hechos de brujería, cuando en realidad parecía tratarse de una simple curandera que sólo intentaba ayudar a los demás. Una muerte, en todo caso, injusta y por la que fueron condenados varios vecinos del bello pueblo del Moncayo
Publicado por Maria Jose Latorre